Ecuador y un despertar de nuevo siglo

Era domingo 9 y los ecuatorianos en la zona tri-estatal estaban esperando reunirse para saludar a su gente y para ver a sus paisanos y paisanas, incluso las que nunca han dejado de pensar que enseñando un poc de su cuerpo se es más popular y famoso. Jersey City clamaba por una lluvia que se veía venir durante la tarde y aunque no pudimos trasladarnos (nuestros amigos colombianos en la Morris Ave ya nos habían comprometido) por fuente fidedigna supimos que la concurrencia no fue tan numerosa como sus organizadores lo hubieran esperado. Mientras en Los Angeles, CA se delitaban, en New Jersey se sentía la ausencia de los ecuatorianos que no son afiliados, ni pertencen a ninguna de las organizaciones que patrocina el desfile.

Pero acaso los ecuatorianos tienen razón para tanto alboroto? Unos dirán que sí. Se trata de la conmemoración de la Independecia. Otros como Francisco Cuesta, enjuicia a los historiadores y cree que la Revolución Francesa ha sido mal interpretada: “Hoy, sin embargo, se la cuestiona en sus resultados filosóficos: la libertad y la igualdad no se hermanan muy bien. La libertad ha servido para acentuar las desigualdades. La igualdad impuesta sólo ha servido para enervar las libertades.”

Cuesta fustiga lo que la prensa ecuatoriana no quire decirlo o no se pone de acuerdo. La revolución del 10 de agosto de 1809 y el ‘cuento’ de Juan Pío Montúfar, no puede ser considerada como revolución al puro estilo de la Revolución del Siglo XXI. Fueron otras las razónes para deshacerse de “una administración decrépita y corrupta, reemplazándola con otra del lugar. La ocasión era propicia : el rey de España había sido destronado por Napoleón. Mas, el “grito” no fue independentista. Un proceso libertario nunca puede comenzar declarando sumisiones y dependencias, a menos que se incurra en repudiable hipocresía , ajena a la nobleza de una gesta libertaria”, escribe en us muy interesante post Francisco Cuesta en Desde mi trinchera.

Eso da al traste con el mito que todos los ecuatorianos fuimos indulgados en la escuela en favor del joven Abdón Calderón y su ya legendaria leyenda en la batalla del Pichincha