Aprovecho la oportunidad de no haber podido ir a New York el dia de hoy y al hecho de que está cayendo nieve (si, no solo en el blog), para escribir un poco y saber que no nos hemos olvidado de BPLE.
El titular del post obedece a un artículo que apareciera en la revista Newseek bajo parecido titular pero en inglés. En él., la periodista Anna Quindlen hace una evaluación del primer año de la presidencia de Obama. Y auque se refiere en buenos términos a su gestión, si concluye con una colosal advertencia: Obama está gobernando entre un estilo parecido al de Clinton y otro extraído del ex-presidente Bush. Pero no solo eso sino que termina por concluir que el presidente norteamericano es wishy-washy. Es muy buena gente pero eso lo ha llevado a ser muy flexible y hasta dubitativo.
Nada de lo que prometió ha podido avanzar. Guantámo fue ordenado a cerrar para finales de este año, sinembargo no hay quien se haga cargo de los presos, aquí no los quiere nadie. Los homosexuales dentro del ejército no han recibido protección legal conforme lo prometiera. La reforma de salud sigue estancada, ni que hablar de la reforma migratoria. La economía? Al haberles entregado dinero barato a los bancos, sin nada a cambio, a generado que ellos sigan haciendo negocios altamente riesgosos a la espera de que el gobierno está para protejerlos. No se ha establecido regulación aún para evitar que los bancos más grandes “no puedan fallar.”
Es más, tal como está la situación y con una ligera recuperación de los mercados tanto en Asia como Europa, hace alumbrar una recuparación tenue de la economia norteamericana para el próximo año. Pero como esa recuperación esta de nuevo emergiendo sobre una burbuja desregulada, el premio Nobel de Economía Paul Krugman y Joseph Stigliz -analista estrella de la firma RGE Nouriel Roubin, tienen toda la razón de sospechar, que existe un riesgo palpable de otra nueva crisis y que a escondidas los gobiernos se persignan en silencio para que no vuelva a ocurrir. Recuerdan la crisis de 1929, una supuesta recuperación que dió al traste con la caída de 1932 y recuperada solo con la II guerra mundial.
Y hablando de guerra. Obama prometió atacar la guerra y hasta fue entregado el premio de la paz. Pero ahora recién ha dicho que manadará 35 mil soldados a Afganistán. No hay guerra, pero hay que cubrir los errores y decir que hay que proteger la seguridad nacional; cuando en el 2001 solo faltaba una orden de Donald Rumsfeld y el Gral. Tommy Franks para terminar con el hombre más buscado de la tierra. Pero no se la dió! Al menos eso es lo que se desprende del informe del comité de asuntos exteriores del Senado.
Una extraña guerra que EE. UU quiere o debe continuarla. Póngale cuidado a lo que Juan Gelman escribe, citando al capitán británico Doug Beattie, quien ha estado en el sector y conoce de cerca las operaciones en el campo de guerra:
Los talibán compran armas con el dinero de lo que venden, es decir, seguridad para los camiones con abastecimientos destinados a las tropas invasoras contra las que combaten. Los vehículos deben atravesar rutas escarpadas y, sobre todo, controladas por una guerrilla que, de hecho, domina casi todas las carreteras del país. Grupos de talibán emboscados atacan a los conductores y mercenarios que los escoltan con armas largas y lanzagranadas, impidiendo que las caravanas de camiones lleguen a destino sin daño. Los mandos militares estadounidenses han optado por cerrar los ojos y encargan a las empresas de seguridad que negocien el libre paso con los insurgentes a los que deben combatir. Como paradoja, nada deja que desear.
Una investigación del enviado especial Aram Roston, del matutino londinense The Guardian, revela que los talibán fijan sus tarifas según las rutas y según las cargas. Una caravana de diez camiones se paga a razón de 800 dólares por unidad y el paso sin dificultades está asegurado. El precio aumenta si transportan petróleo y/o vehículos resistentes a las minas que los talibán plantan en las carreteras, su arma más mortífera. Las agencias de seguridad son privadas y cada señor de la guerra es dueño de la propia: contactan y negocian con la guerrilla y a saber cuánto dinero del presupuesto de EE.UU. queda en sus bolsillos. Hecho el trato, los insurgentes brindan una escolta al convoy –una camioneta adelante, una atrás– para evitar que lo ataquen otros insurgentes, una indudable prueba de lealtad.
Al solo imaginarse como se mantienen las tropas allá en esos lares – y conste que no estamos ni siquiera arguyendo la labor de los soladados que únicamente cumplen órdenes, uno tiene razón para meditar sobre lo que están haciendo los estudiantes en California.
Fuerza de Acción de Trabajadores y Estudiantes (SWAT, por sus siglas en inglés y nada que ver con la policía), es una de las organizadoras de las protestas universitarias. El mismo California está en bancarrota y por ende la universidad debe elevar los aranceles a sus estudiantes, ho hay subsidio. Con ello y con la explosión de matrícula de ingreso, muchos jovenes se verán impedidos de entrar a la universidad porque no hay dinero. Pero si existe para subensionar a los ricos de los bancos, para pagar a los milicianos en Afganistan por seguridad y con cuyo dinero comprarán armas para matar a nuestros propios solados. En suma, hay millones de dinero para una guerra de la que no saldremos victoriosos nunca, pero no para la gente que no tiene seguro médico, ni tampoco para los que buscan un futuro ingresando a la universidad.
Le economia se va a pique, y peor si no pueden lucrarse en Afganistan; pero ya las siete bases estan alistandose para invadir a nuestros paises, y saquear todo el petroleo y tesoros que se estan negociando con los enemigos del imperio.
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